
Contenedor marrón: el camino de vuelta de los restos orgánicos
9 septiembre 2025
Todos tenemos buenas intenciones cuando reciclamos. Vemos una caja de cartón manchada de grasa y pensamos: «Bueno, es cartón, al azul». O metemos una percha en el contenedor amarillo porque, total, es de plástico. Pero detrás de esos gestos —tan comunes como bienintencionados— se esconde un problema que pocas veces se ve a simple vista: el reciclaje mal hecho también contamina.
Aquí lo comprobamos cada día. Entre las toneladas de residuos que llegan, encontramos materiales que no deberían estar donde están: objetos de plástico que no son envases, restos de comida mezclados con envases, papel manchado que invalida una carga entera, o residuos orgánicos mal separados. Todo eso complica el proceso, contamina lo que sí podría reciclarse y, en muchos casos, obliga a enviar al vertedero materiales que eran recuperables.
Y no se trata solo de aprenderse qué va en cada contenedor, sino de entender por qué. Si tiras una caja de pizza pringada de queso al azul, ese cartón ya no se podrá reciclar. Si mezclas residuos orgánicos con plástico, el proceso de compostaje falla. Si llenas el amarillo con cosas que no son envases, haces más difícil separar lo que sí lo es.
Reciclar mejor es responsabilidad de todos, y empieza mucho antes de que los residuos lleguen a nuestras instalaciones. Cada elección en casa cuenta. Porque aunque nadie lo vea, tus residuos también hablan de ti.